Fotografía de Pati Gagarin. |
No regreses a la superficie. Permanece en el fuego que desola los juncos. No hay rama verde que sea observada por las alimañas, ni existe el tiempo. La deriva, los anzuelos en la madera y el chapoteo de la mano joven sobre la luz de agua recordaremos en algún momento de ansiedad. Los pozos permanecen como nosotros, sin abrigo. Consumes la lenta hierba y exploras la indolencia de ese animal que una vez golpeó contra la pared para no golpearte a ti, solamente a ti, con más fuerza. Los caminos nunca son benévolos. La tierra no gira sobre sí misma; es su recuerdo lo que quedaba después del Dios y de su palabra. Todo bastaba para que sanáramos, pero los mismos caminos se llenaron de cruces y el pájaro de fuego, lo supimos temprano, fue una mentira.
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