Confusas, nuestras miradas reflejan la sombra del árbol que nos cobija. Mi boca se muere por la tuya. No eres un espejismo. Mi saliva anega tus labios. Todo es demasiado ligero y nuestras manos se elevan hasta ese punto en que fluyen las aguas. Una melodía de Gainsbourg se olvida con facilidad ahora que tu mano explora mi vientre. Me quedo quieta y tiemblo. Palomas blancas resuenan en mi pecho y mi saliva anega tus labios. No dejaré que las alimañas nos despierten ni que este bosque, este árbol, sean otra mentira. Mi boca se muere por la tuya.
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