Tiéntame con tus manos, alas de la paloma que se aloja tras el mármol. Que no sea tu voz tras la puerta la que exprese: nada de lo que has visto es todavía cierto. Dejas que mi boca se apiade de los ausentes mientras tu cuerpo se confunde con la luz y el eco de lo que queda tras el susurro me obliga a escribirte.
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