No queremos que pruebes la comida, pues has de descender por la senda agreste. Las gárgolas no callan y las campanas son hundidas en la bocana. Las hierbas se queman bajo la lengua de los muñecos de trapo. Hemos acampado en una circunvolución de Lynch y, aunque amemos las matemáticas, estaremos atentos al flujo de tinta. No quiero que sigas leyendo porque, bajo el influjo de las tinieblas, pienso en tus declinaciones.
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