Al escuchar a Lorde tuve la oportunidad de lanzarme al espacio que queda entre el vacío y el amarillento césped que nace en el recodo. Tiende mi mano y cruza la carretera hasta que la luz nos deslumbre y nos arrolle como a dos ardillas de listado negro. Conforme caminas detrás de mí y me apuntas con la Magnum siento envidia de esas ardillas que me rompen el corazón cuando las veo sobre el asfalto, tan quietas y rodadas.
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