domingo, 13 de julio de 2014

Leyendo Hijo de Satanás mientras pienso en los tejones, amiga

Cartas a Marta, Mundiario



   Leyendo Hijo de Satanás, intentabas incendiar la cocina donde nos besamos la primera vez. Era la pasión por la lectura lo que nos consumió sobre la encimera como dos tejones en celo. El cielo amarillento nos revivió del letargo inmediato. Quisimos que la prueba no durara demasiado, pero el líquen crecía sobre nuestra espalda y anunciaba nuestra muerte violenta, separada del mar y de las águilas feroces. Me encantaba leer a Bukowski y que los perros se arrimaran a nuestra cocina.

  Cuando prendas el fuego por fin, recuérdame que lea este poema que alguien ha tatuado sobre mis vértebras, querida amiga y profesora.

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