jueves, 3 de julio de 2014

Entrevista a Ángeles López de Celis

Autora de Las Crónicas de Armikelo


A continuación, la entrevista que la escritora ha concedido a Mundiario:



 La periodista y escritora Ángeles López de Celis publicó hace unos meses Las Crónicas de Armikelo (Editorial Odeón), una novela que reflexiona sobre el problema del terrorismo en nuestro país a través de una trama de novela negra. Las estrategias de negociación que pudieron llevarse a cabo por parte del Gobierno para el cese de la violencia terrorista son el motivo temático en el que profundiza la autora en su mundo de ficción. El tono ensayístico y la perspectiva crítica que López de Celis introduce en este trabajo merecen la lectura de esta novela, no exenta de un profundo sentimiento de empatía hacia las víctimas de ETA. 

- Introducir en el título de tu nueva obra la palabra “Crónicas” destacas no sólo un aspecto narrativo, sino también ese interés periodístico e histórico que encontramos en tu estilo. ¿Existe esa intencionalidad desde el principio?

Pues debe ser algo inconsciente. Esta novela la empecé a escribir hace siete años y, desde el minuto uno, tuvo ese título. Las Crónicas de Armikelo no es, ni más ni menos, que la recopilación de las actas de las reuniones que se celebran en el caserío vasco de Armikelo entre representantes del Gobierno y de la banda armada ETA para acabar con el terrorismo y conseguir la reconciliación en el País Vasco y en España. Semejante tarea será llevada a cabo por un periodista que adoptará el papel de cronista, de notario de cuanto allí suceda, con el fin de dejar para la historia el testimonio fehaciente del final del terrorismo en España. ¡Menuda misión! No puedo evitarlo. Todos mis trabajos tienen ese matiz didáctico y periodístico que tanto me caracteriza y esta novela no podía quedar excluida.

- ¿Por qué es necesaria esa revisión de la historia del terrorismo tras el abandono de las armas decretado por ETA?

- Muchos españoles desconocen cuál fue el origen del fenómeno terrorista en nuestro país, sobre todo, las generaciones más jóvenes. Por eso, me parecía importante hacer esta aportación histórica para conocer mejor un problema que ha formado parte del devenir de España de los últimos cincuenta años y que ha causado cerca de mil muertos en aras de absurdas e inútiles reivindicaciones. Además, nunca está de más reincidir en que solo el diálogo y la tolerancia son los cauces adecuados para defender cualquier tipo de demanda, sea de la naturaleza que sea y, de esta forma, contribuir a evitar tentaciones parecidas que pudieran surgir en el futuro. No olvidemos que atravesamos momentos de exaltación de los nacionalismos radicales muy peligrosos.

- ¿En Las Crónicas de Armikelo combinas periodismo y una serie de historias personales de carácter melodramático? ¿Crees que la novela no alcanza el límite de precisión y de argumentación que hace el ensayo?

- No, no. En absoluto. Una buena novela puede ser un vehículo perfectamente válido para argumentar, instruir y entretener, pero, en el caso de Las Crónicas de Armikelo, la mezcla de ficción con hechos reales me parecía una estructura literaria más que adecuada para alcanzar mis propósitos. Desde el primer momento, además de contar una conmovedora historia, con un argumento y unos personajes interesantes y atractivos que atraparan al lector desde las primeras páginas, me propuse incluir información, datos y conclusiones que solo la técnica de la digresión me permitía. Además de los datos recogidos en los epígrafes sobre el Origen y las Treguas, hay otros dos títulos que recogen información muy interesante y bastante novedosa sobre las Víctimas y los Verdugos. Ha sido una gran satisfacción para mí comprobar la excelente acogida de lectores y críticos que han valorado muy positivamente este formato, por su originalidad.

- ¿Por qué introduces de una forma tan significativa en la novela la enfermedad del ELA? ¿Por qué ese intento de concienciación sobre la enfermedad dentro de un esquema narrativo que se ocupa de la negociación con los terroristas?

Bueno, efectivamente, no olvidemos que Las Crónicas de Armikelo es una novela. Es decir, tiene que contener personajes y situaciones que atrapen al lector y le tengan enganchado al argumento desde el principio hasta el final. Uno de los dos protagonistas principales, Carlos, es un político que representa lo peor de la profesión y de la naturaleza humana. Pero la vida es justa y le sobreviene una terrible enfermedad, a modo de castigo divino, pero a la vez, la desgracia le ofrece la posibilidad de redimirse de su canalla existencia. Es un personaje que se hace odioso al principio, pero, poco a poco, a lo largo de la trama, la repulsión se convierte en compasión y hasta ternura ante su triste destino. Además, cuando comencé a trabajar en esta historia, mi padre acababa de morir tetrapléjico a consecuencia de una patología parecida y tenía muy reciente su sufrimiento y el de mi familia y el ambiente que se vive en un centro terapéutico como San Felipe, que es una fotografía de la residencia de grandes inválidos donde, durante un largo período, mi padre permaneció internado hasta su muerte.

Tengo la sensación de que tu novela de forma sutil evidencia que los dos partidos mayoritarios han establecido una hoja de ruta para solucionar el terrorismo de ETA. Aunque en tu novela, los puntos de vista de los personajes profundizan en las contradicciones y problemas de ese plan, ¿qué piensas como ciudadana de esta solución negociadora?

Todos los gobiernos democráticos han tenido que enfrentarse al terrorismo en función de la evolución del fenómeno en cada etapa, y la primera preocupación de todos los Presidentes del Ejecutivo, como no podía ser de otra manera, ha sido solucionar el problema vasco para siempre y desterrar la violencia de nuestro país. Afortunadamente, hoy vivimos momentos de satisfacción por la paz conseguida, pero no cabe duda de que aún quedan muchos flecos por resolver y muchos capítulos por cerrar. No se entendería que el empecinamiento en la ausencia de diálogo pusiera en peligro el final del proceso, cerrando en falso uno de los capítulos más negros de la historia de España. A problemas políticos, soluciones políticas.

El libro conmueve en algunos momentos porque te sinceras con el dolor de las víctimas de una forma clara, con pundonor y sensibilidad. ¿Ha sido la escritura de este libro un acto de conciliación contigo misma o un acto de rebeldía contra la despreocupación mediática y social que experimentan los colectivos de víctimas?

Efectivamente, este libro tiene pasajes muy conmovedores a lo largo de sus páginas y debo reconocer que en ciertos momentos ha supuesto una auténtica catarsis personal. No puedo olvidar que durante mi vida profesional experimenté en primera línea las consecuencias del terrorismo en nuestros responsables políticos, la rabia, la impotencia, la enorme responsabilidad de sus decisiones. Como ciudadana, he sentido miedo, repulsa y solidaridad ante tanta sinrazón, y ahora, trabajando con las víctimas desde hace cuatro años, son muchos los días en que no puedo evitar que mis entrañas se remuevan. Así que, como escritora, tenía que intentar poner negro sobre blanco todo esto y compartirlo con los lectores. Tengo la sensación de que siempre habrá un antes y un después de Las Crónicas en mi carrera literaria, porque estoy convencida de que me va a ser difícil escribir otra historia con tanta carga emocional y sentimientos tan profundos. En fin, me siento en paz, porque he cumplido con la obligación moral que yo misma me había impuesto.

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