En 2013, la editorial Germanía publicó Sol gris y los horizontes extinguidos, de Francisco José García Quinto. Recuerdo que conocí al autor en uno de mis recitales sobre mi poemario Luz de los escombros, en Orihuela, e hicimos un intercambio de obras. Era notorio su entusiasmo y vino expresamente de Alicante a conocerme, tras haber leído mi libro. Han pasado ya tres años de aquel encuentro y retomo la obra de este autor alicantino, y me conmueve el carácter misceláneo y enciclopédico del poemario.
Variedad temática y formal evidencian una asimilación madura de corrientes como el Modernismo o el Surrealismo. Es lo que toca al principio cuando uno comienza a escribir poesía y García Quinto es uno más en esta causa irreverente y dirigida a una inmensa minoría. Lo que destaco de esta obra es que el autor maneja muy bien ese equilibrio entre el malditismo y el vitalismo de celebrar el amor y el desamor, así como un continuo presentimiento de muerte que torna algunos versos en breves elegías a la ausencia de los amores que encandilan al principio y luego tanto decepcionan: "¿Qué hay detrás de la esperanza y el deseo/ para que no se detenga tu luz y mi vida?" (pág. 25)
Calificaría a veces ese tono posromántico dentro de una necesidad de explorar lo extraño de vivir y de mirar hacia delante con incertidumbre, como si su poesía fuera una explicación al hecho de sentirse vivo en sí mismo: "Toda mi sangre derribada/ en las costuras eternas/ del humo deslunado/ que somos alapagarnos" (pág. 35). Sol gris y los horizontes extinguidos es un trabajo que rinde culto a las lecturas asumidas como forma de anunciar una nostalgia y una tristeza apenas vividas por el autor, pero que se presumen que vendrán y ya no desaparecerán de su vida.
La variedad estrófica obedece a esa manera de imitar inteligentemente a los maestros y de ajustar ese sentimentalismo, luminoso, unas veces, y, otras veces, sombrío, a ese tono posromántico donde la belleza de la forma aún predomina sobre la hondura y reflexión del contenido. Un gran acierto en su momento de la editorial Germanía al publicar a este poeta. Sin duda. "El sol ya no se grita/ pero tus manos duelen" (pág. 41).
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