Y, sin embargo, la novela de viajes y la novela histórica siguen ahí,
salvando las cifras de muchas editoriales. No soy ducho en el género,
salvo lo que conozco de muchos clásicos del siglo XIX. Pero Francisco
Narla, Rodrigo Palacios o el propio Posteguillo, entre otros, apuestan
por temáticas del pasado para desarrollar sus mundos narrativos.
En esta línea, Carbonell Pla tampoco se resiste a caer en la tentación y me envía hace unas semanas su novela, La Cruz de Hattin,
publicada por Alicia Rosell Ediciones,que se adentra en el género con
un sugerente tema que podemos calificar tanto de épico como
detectivesco: El ejército de Saladino se ha apoderado del madero en que
fue crucificado Jesucristo. Como si se tratase de una novela de método,
el desarrollo intenta explicar si tal cosa sucedió en realidad y si
ocurrió, ¿cómo fueron los hechos? Acierta Carbonell Pla con la mezcla de
diversas voces narrativas y con un tono pedagógico que hace amable la
lectura, introduciéndonos en seguida en el contexto histórico en el que
se desarrolla la obra.
En el caso de La Cruz de Hattin, no estamos ante una
narración compleja, de rendimiento máximo del lenguaje en su habilidad
poética y descriptiva, sino que el autor escribe una novela de
aventuras, creando esa atmósfera misteriosa, comprometida sobre todo con
esa dimensión mistérica del paganismo que se extiende por la época, con
el misticismo templario que los testimonios de los personajes evocan
constantemente. Porque, en esta obra, más allá de lo que se narra,
existe esa devoción del autor por esclarecer los secretos de una época
que, por la manifestación enérgica de su violencia y de su sublime arte,
aún da para mucho.
"Ayer,
finalmente, los sarracenos hubieron de retirarse a sus campamentos tras
los infructuosos intentos de invadir Tartus a través de la brecha que
sus máquinas abrieron en la muralla. También los almajaneques se
detuvieron, probablemente para dar tiempo a que los servidores de las
infernales máquinas llegasen con nuevos cargamentos de proyectiles y los
transportasen al pie de cada una. Ello permitió a nuestra guarnición
descansar por unas horas, si bien el estado de alerta ha permanecido
vigente en toda la ciudad, pues sabíamos que el asalto no había hecho
más que empezar". (pág. 97).
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