Ayer vino el retratista y trajo la bolsa con los intestinos. El reportaje era maravilloso porque las strippers habían memorizado correctamente cada una de las fábulas. Los intestinos no estaban cocinados ni siquiera sazonados. Pero a ti te gustan así, en crudo, como esas mujeres que se balancean como gaviotas adictas a los iones de ozono.
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