Yo aprendí mucho de las ferias de
monstruos, así que te regalé el ñu de mármol que ahora contemplas
horrorizada desde el diván. En Toney Ellis venden figuras
antropomórficas más hermosas, pero lo que te atrae es la masculinidad
divina del cuadrúpedo. Y no encontré mejor opción.
No queda nadie en el edificio. Alguien
se ha molestado en activar la alarma de incendios y todos los ancianos,
con sus pellizas de nutria asesinada, fluyeron hasta Oxford Street.
Podría haberme cagado en sus antepasados ilustres, pero me has
convencido de que permaneciera junto a ti, porque el ñu te desafía desde
tu inconsciente colectivo, aunque no te atreves a deshacerte de él
porque es un regalo similar a la última bolsa de vísceras. Qué triste
realidad y, aunque el fuego fuese mentira, llevas tiempo sin salir,
Lisa, Lisa Ann, porque los neutrinos se han aprovechado de tu cuerpo,
han modelado tu fuselaje hasta extremos que el resto de las mujeres
envidian.
Hoy, cuando me siente delante del ñu
junto a ti, no me abraces y yo no te convenceré de que midas el
perímetro de mi cabeza. No hay más que decir, salvo que la luna ha
muerto bajo el umbral de los ansiolíticos. No me gustan las piruletas.
Lisa Ann |
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