A Jaime y Kiril
Tu prima no leía a René Char y eso me deprimía tanto que acabé por coleccionar tostadoras y cualquier objeto de metal que fuera metáfora de la modernidad. Era ridículo que te desnudaras ante mí sin reconocer esa tristeza que me embargaba, porque tu prima no leía a René Char. Morían los árboles afuera y los besos sabían a ceniza de fumadero proletario. Nada tenía que perder tu prima con mentir y bajar los ojos para no parecer tan hermosa.
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