Los zorros vienen de noche. Las aguas irrumpen en la tierra. Las calles donde mueren los agonizantes son un espejismo. Cierra esa puerta y avanza hacia el alud. Los agonizantes alzan la voz y los milanos sobrevuelan por encima de las copas frondosas. Recuerdas a uno de estos hombres que, pareciémdose a tu padre, se niega a enseñarte las marcas de sus muñecas.
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