Porque no mereces estar junto a mi puerta. No eres digno de entrar a mi casa. Los discípulos devoran las migajas y tú, sin embargo, piensas en colonizar el valle de aguas rojas. Tus caballos no volverán a comer la hierba y crecerás entre la servidumbre. Debes pagar lo que tu padre no cumplió. No te arrepientes porque desconoces aún la condena.
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