La noche cae sobre el acero y los cuchillos se tienden en las piedras. Las cuartillas rasgadas flotan en el agua del pozo. El reflejo aguza los sentidos y la sangre derramada no es la perdida sangre del que agoniza, sino la savia que promete al enfurecido. La noche es el filo y los cuchillos sobre la arena, por los que caminas, serán recuerdo de este encuentro. Te quiero, Vernita, y esas tiras secas de piel con las que trazas tu mapa imaginario.
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