Tu pelo no tiene sentido del humor. Hay humo grabado en tu piel y el nombre sagrado de un lamento. Acuérdate de acabar las empanadillas, mi Lisa Ann. Me gusta el apellido más que el nombre, y que tus empanadillas. Los roedores han aprendido los versos apócrifos y, por las rampas, se deslizan los primates que han probado el bocado de tu amor y esa nueva vacuna contra la corrupción. Estamos muertos y merece la pena, Lisa. Busca en tu interior la bola de nieve que nos arrastró hasta el parque de los árboles sin nidos.
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