Escojo uno página de la novela de Muñoz Molina. Beltenebros. Hay siempre un intento de disidencia cuando se trata de volver a un libro, porque el vértigo de repetir ese instante te aleja de aquello en que te has convertido. Conforme pasan los días, eres el consumado perdedor que no deseabas: "Le temblaban los labios húmedos y estaba despeinada. Lo que sobrecogía en su presencia era la temible transfiguración del amor. Me di la vuelta y salí huyendo del cine y tardé de dos semanas en encontrar a Walter".
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