"Hay fragor en las olas, un empuje de vida tan desesperado que muere enseguida contra las rocas, contra el faro al que no van a llegar. Ella vuelve a besarlo en la boca y Carlos se deja mientras el incesante rumor de las aguas desaparece, y sueña con la arena recién pisada cuando corrían, hace años, hasta el espigón".
Fragmento de Rostros de tiza.
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