Quería conocer la escritura de Luis Bagué.
Un poeta al que estimo mucho, Joaquín Juan Penalva, me recomendó que leyera Página en construcción, XXV Premio Unicaja de Poesía, editado por Visor. Sin duda, algo válido para el análisis de otros libros de poesía como es conocer y reconocer en la poesía las influencias del autor, sin otro fin que esclarecer asuntos de los versos, resulta inútil en el caso de Baqué, porque Página en construcción es un crisol de múltiples corrientes y de voces estéticas que el propio autor reconduce hacia un lenguaje propio, replegado en sí mismo, con unas referencias metaliterarias donde la vida es simulación de la propia escritura, de los géneros, de sus estructuras lingüísticas: "Nunca olvides cómo se representa una tragedia, el ovillo invisible de la fábula, el ojo del destino mirando el porvenir desde la cerradura, (...) (pág. 15).
Página en construcción es un cuaderno de bitácora donde el autor reflexiona sobre acontecimientos universales a partir de experiencias personales; la razón o la sinrazón de la pérdida, la incertidumbre ante un futuro que se mira ya con nostalgia antes de que suceda y la sensación de extravío ante un presente que se diluye, sin que podamos hacer nada, son algunos de los motivos que mueven a este creador a identificarse en los versos, a construirse desde el único asidero que le queda, los signos: "El ritmo también es un idioma, un lenguaje de pasos que se acercan, el ruido de una copa de cristal y una huella de luz cautivada en la sombra de un zapato" (pág. 38).
Al mismo tiempo que Bagué reconstruye su vida desde lo cotidiano, es evidente su rechazo al consumismo y al automatismo que describen muchas de nuestras rutinas y que, en el poema, nos involucran en una especie de sub-texto donde la nostalgia, la incertidumbre del futuro y cierto grado de escepticismo ante los dogmas que nos gobiernan se convierten en temas recurrentes: "En días quisiéramos tomar las calles por sorpresa y atravesar las horas a traición, igual que los pasillos de los supermercados, entre flores de plástico, canciones en rebajas y el saldo del desprecio repasando la lista de la compra" (pág. 33).
Los referentes culturales del cine y de la propia literatura aparecen como una manera de definir la escritura, una escritura que condena la mentira de los espejismos de la posmodernidad, el vacío de los dogmas, la cultura contemporánea vivida desde una concepción apocalíptica, muy lejos de la euforia o del asombro: "Hemos visto las calles sin estatuas, las estatuas sin ley ni gravedad, bibliotecas sin libros, árboles despoblados.Mira el televisor, mira la vida y dime si es verdad que el futuro no tiene porvenir (págs. 26-27).
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