Hablo con muchos compañeros docentes que tienen también el B2 de Inglés y, al igual que yo, nos sentimos inseguros y sin capacidad para impartir una clase en ese idioma. La causa es simple: no sabemos inglés.
Las Consejerías, por mandato europeo, se han empeñado en crear un modelo bilingüe y plurilingüe dentro del sistema educativo, cuyos resultados están siendo confusos y, en algunos casos, extremadamente negativos para un importante número de estudios como el informe FEDEA.
Lo que está claro, desde la comunidad educativa, es que no se aprende un idioma, enseñando en la ESO Matemáticas o Física en inglés. Se aprende invirtiendo en horas de práctica de la lengua desde Infantil y Primaria, reduciendo ratios y ofertando plazas a nativos para clases de conversación.
En Educación, la lógica y el sentido común no funcionan. Porque está el currículo, el lobby de los libros de texto y las asesorías educativas, y los gurúes de la pedagogía que se dedican a malmeter en nuestra práctica diaria porque piensan que la ortografía se aprende con mapas conceptuales y la Química, abrazando árboles.
Lo que les voy a contar a continuación es lo que he visto yo como docente: llevo tres años en una academia con nativos y, al igual que mis compañeros, balbuceo en inglés y me hago entender, nada que ver con el manejo de un bilingüe de cuna o con una persona que haya vivido unos años en la patria de Shakespeare y del Brexit.
Nos hemos sacado el B2 como quien se saca el teórico del coche, sabiendo los trucos y repitiendo exámenes hasta la saciedad, no, lo siguiente.
En algunos colegios públicos y concertados de mi zona, los directores colocan el cartel de centro bilingüe cuando alguno de nosotros, pobres diablos, estamos capacitados para dar alguna optativa en el idioma, que, curiosamente suele ser Educación Física o Ciencias Naturales. En algunos institutos, los grupos bilingües han sido opcionales y han accedido los alumnos con mejor expediente, alumnos que sacan notables y sobresalientes aunque tengan una vaca delante de la pizarra todo el curso. Porque son los alumnos de Conservatorio, de clases extraescolares y de largos y grises veranos en Irlanda.
No voy a comentarles con qué tipo de estudiantes se encuentran algunos profesores en el resto de clases donde los alumnos "no han optado" a la enseñanza en inglés.
Pero lo importante es que seamos bilingües, aunque sea una patraña, otra mentira pedagógica que se suma a la pila que tenemos en alguna buhardilla del Ministerio mientras se privatiza cada vez más y muchos centros siguen teniendo a sus alumnos en aulas prefabricadas, con doce asignaturas en la ESO.
Una estampa muy bonita. Por cierto, aquellos docentes que hemos querido formarnos en inglés, Educación no nos ha pagado nada. Nuestra formación o pseudoformación nos ha costado setenta euros todos los meses.
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