Por primera vez en España, se traduce y publica al poeta estadounidense Alfred Corn a través de Chamán Ediciones; una poesía que destaca por su concepción del paisaje como espacio desolador y funerario en el que el hombre encuentra una forma de reconocerse. Ese reconocimiento está basado en una actitud de devoción ante los misterios que representan los diferentes cambios de la naturaleza, su eclosión de vida y su inexorable decrepitud.
Un minimalismo descriptivo nos indica que cada cambio mínimo en lo biológico tiene una consecuencia en un complejo mayor de geografías y elementos, y el poeta se convierte en una clase de descifrador, de intermediario entre los vivos y los muertos, para declarar que no existe nada más allá que la transcendencia de lo telúrico.
Los relieves son santuarios y el orfismo del paisaje es un motivo literario que añade un carácter sagrado a la naturaleza escrita por el poeta:"Reconocí el madroño de rojiza corteza/ una especie de árbol mítico, que de niño/ pudo uno haber dibujado. Parecía tan fuera de lugar/ allí entre las elegantes construcciones/ de picea y abeto." (pág.33).
Sin embargo, la poesía de Corn no se conforma con esa visión panteísta, sino que también apuesta por lo urbano, por la inmediatez de la anécdota y lo trivial, como si vivir en nuestra rutina formara parte de esa trama que elabora la naturaleza por algún motivo que el poeta debe revelar : "De nuevo la ciudad eleva sus trofeos entre las nubes, / un mito tardío. Nada ha quedado sino el deseo/ de decir la verdad. Esto es lo tuyo,el cordón/ de plata se rompe, y el proceso se reanuda." (pág. 45).
Pero solamente a través de la pregunta y la paradoja es posible conocer el significado intrínseco de esas estrategias. Rocinante, título de esta colección de poemas, es un acierto,sin duda por parte de esta editorial que se atreve, de la mano de Guillermo Arreola, a indagar en una escritura simbólica, llena de matices y espejos, con incisiones en un universo que va de lo particular a lo general, donde el ser humano es un elemento más en la cadena trófica, pero en el que se produce,a diferencia del resto de especies, la emoción, la emoción de crear, de aspirar a romper los límites que la propia naturaleza impone con su acción engendradora de vida y con su decisión de muerte: "Aparecieron/ las fiebres, luego un delirio azul nevado,/ posiblemente el origen de las primeras imágenes:/ un paseo nocturno sobre arenas audibles,/ la mente escombrando la neblina/ arriba de las ondeadas superficies, un agitado sentir/ frente a las silueteadas rocas." (pág. 25).
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