viernes, 6 de marzo de 2015

La crisis económica ha generado un aumento de las desigualdades intelectuales

Mi artículo en Mundiario sobre la desmotivación intelectual.

Rico, el hombre zombi.

   Solamente hay que darse una vuelta por los canales televisivos y comprobar que los mayores índices de audiencia los marca el fútbol y la bulla de la prensa rosa. Nada nuevo bajo el sol. Pero las librerías se hunden y los centros comerciales se han convertido en promotores de best-sellers americanos que reducen la variedad de lectores y la diversidad de géneros discursivos. Es más práctico, más cómodo. Las redes sociales y el abaratamiento de aplicaciones y aparatos han contribuido a la desaparición de tiempos muertos dedicados a la lectura en parques y transportes públicos.

   La burocratización de la enseñanza pública y la continua publicidad por radio y televisión de colegios concertados han mutilado la igualdad de oportunidades entre los ciudadanos. La subida del IVA en el sector de la cultura ha vaciado salas y auditorios, sustituyendo esa oferta por un de ocio dedicado a emisiones en diferido de comedias ramplonas que facilitan muchas páginas web. Estadisticas de lo que aquí expongo hay a patadas. La piratería ha contribuido, además, a una descarga masiva de archivos de toda clase que nadie consume porque el capitalismo y la depresión económica han conseguido llenar las consultas de psiquiatras de un prójimo zombi que piensa más en la cantidad que en la intensidad de lo que se vive. La frivolización con la que se regalan películas y libros por algunos suplementos dominicales implica que las obras de arte sean tratadas como un objeto efímero e infravalorado.

   Me preocupa que las políticas de austeridad nos hayan conducido a situaciones alarmantes y nocivas en nuestra sociedad. Solamente hay que asomarse cada noche a los contenedores que se colocan cerca de un Mercadona. Pero la crisis económica ha generado una desmotivación intelectual que, apostando por un consumismo de marcas blancas y contenidos homogéneos, infantiloides, (solamente hace falta leer 50 sombras o Los juegos del hambre), nos ha conducido a una sociedad acrítica, instintiva y cada vez más manipulable. Enhorabuena a los tecnócratas de editoriales y ministerios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu Opinión es Importante, Deja Tu Comentario: