domingo, 15 de marzo de 2015

Desastre marítimo

  Los hombres se desquician tras las neveras vacías. El zumbido de los motores es la sinfónica despedida del cormorán, el mayor de los suicidas contemporáneos. La abuela dejó de vender la yerba celeste para comerciar con hongos y sogas. No queda nada del virtuoso ritmo de las nubes circulares. Yo no he desayunado con Tim Burton, pero El desastre marítimo salió en todos los periódicos.

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