viernes, 5 de diciembre de 2014

¿Qué asesor o político ha trabajado estas semanas a 33 grados en un aula?

Mi artículo en Mundiario sobre educación.


   Antes era escéptico. siempre me ha caracterizado la moderación en lo político. He sido perverso y extremo en lo literario, con más fracasos que éxitos. El curso escolar comenzó el 3 de septiembre en la Comunidad Valenciana sin una sólida justificación pedagógica que avalara tal decisión política.

   La mayor parte de las aulas no tiene aire acondicionado en nuestros institutos. Las mediciones de temperatura en clase, con el aumento de las ratios, ha sido de unos 33 grados en mi centro a partir de las once de la mañana. ¿Qué asesor de la Administración o qué político ha estado trabajando en estas condiciones a lo largo del año? El populismo, la demagogia, la búsqueda desesperada del voto, durante en estos tiempos, ha hecho que la docencia en Secundaria y en Bachillerato se vea denigrada y cuestionada socialmente. Una empresa que comenzó Rubalcaba en el reinado de Felipe González, continuó Aznar y con la que frivolizó Zapatero empeorando aún más las cosas.

   El remate ha sido Wert, un hombre en el que muchos confiábamos por su mesura y por una inteligencia práctica en su oratoria. Decepcionante la actuación de un ministro que le da más importancia a la Religión como asignatura que a la Filosofía que ha quedado relegada a una mera optativa, si nadie lo remedia.

   La educación, transferida a las Comunidades Autónomas, se ha convertido en una clase de arma arrojadiza entre gobiernos, partidos y sindicatos, repercutiendo gravemente en las condiciones laborales de un profesorado que se emplea a fondo con adolescentes a los que se sigue sin buscar una reducción de la optatividad, unos itinerarios prácticos y unos recursos efectivos para conseguir una formación laboral cuando comienzan a suspender por dejadez y hastío.

   Pero lo importante era empezar el 3 de septiembre, apuntarse un tanto frente a otras Comunidades, convertir los centros educativos de Secundaria y Bachillerato en macroguarderías para que los padres y madres no protesten y se alegren del mal ajeno. Porque para muchos ciudadanos el funcionario de la Educación Pública sigue siendo un privilegiado.

   El Estado invirtió en mí un pastón para que acabara dos licenciaturas y un doctorado, mis padres se sacrificaron para que yo consiguiera mis objetivos. Un docente como yo ha superado una dura oposición para ingresar en el cuerpo de profesores. No basta. Me bajan el sueldo y me lo congelan, me recortan los sexenios, aumentan las ratios (35 alumnos en la ESO y 42 en Bachillerato) y tengo que trabajar con mis estudiantes a 33 grados dentro del aula así como recibir a padres y madres con la ropa interior sudada durante cuatro horas. Menos mal, en mi centro hay muy buenos chicos.

   Repito: ¿Qué asesor o político ha trabajado en estas condiciones? Quiero respuestas. Quiero una reforma educativa que prime la metodología al libro de texto y a su lobby empresarial. Quiero... Bah, mierda, ¿quién va a escucharme? Me rindo. Sí, me rindo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu Opinión es Importante, Deja Tu Comentario: