El miedo nos ha entregado al bosque. Somos la certeza de que el depredador estará saciado. Si salimos del pozo, las sombras se hundirán en nuestro plexo solar. Nos exhibirán como mariposas y lo que quede de los despojos se consumirá en los ojos del visitante. Ámame y deja que ese cuadrúpedo me desgarre después en el mar de espigas.
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