Aquí yaces. Entre esos que nos arrastraron mientras masticaban tabaco. Aquí te quedas, con tu vientre hinchado, sin ser consciente de que Bacon te poseía desde hace muchos días. No me mires con esa cara de pocos amigos; ahora estás muerto y los caballos de ayer me escupen cada vez que riego las macetas. Fuiste hermoso con aquel flujo de pájaros, con aquel traje de plástico vegetal. Un indecente, también, por amar a Bacon más allá de un recuerdo. Aquí yaces. No te mereces otra cosa. Dejaré que los caballos me escupan en honor a ti.
Damien Hirst junto a uno de sus cuadros de puntos |
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