Lo que bebes no es mi sangre, sino sombra de la aniquilada paloma que despareció en el fondo de los armarios. Lo que bebes se parece al sudor del líquen, a la tarde lluviosa que imaginara el poeta antes de morir del asco y matar al minotauro con la tostadora. Lo que bebes se llama vida contemporánea, secreto de la iguana que nos trepa y nos aborrece con sus ojos inyectados.
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