Un poemario de Bartleby Editores
El particular universo que caracteriza a la poesía a Marta Sanz en libros como este no dista de aquel otro, Vintage, publicado también por Bartleby editores, que tuve la oportunidad de reseñar meses atrás.
El lastre de la rutina, el alcance significativo de los objetos y los espacios, fragmentos de películas y viejas litografías construyen cada uno de estos poemas de amor desde una leve consistencia. La brevedad de las composiciones y la elipsis de predicados junto a todo ese material de los recuerdos nos adentran en un cancionero que dista de sentimentalismos pueriles y manidos. Lo que destaca en este poemario es que las relaciones sentimentales se cifran desde la ruptura de la monotonía, buscando en lo cotidiano de las acciones una forma de transcender la propia realidad consumada, el hastío de su existencia, embargada por las convenciones y la repetición.
Cada verso oculta un peculiar microcosmos que relaciona el estímulo de lo que se percibe con un imaginario personal que Sanz cultiva como otra versión de la existencia. Sus poemas se definen por la amplitud semántica de los detalles, por las reminiscencias que evoca lo común desde su particularidad. El objeto define lo que somos,pero no olvidemos que al final lo material es una falacia de aquello que se caracteriza por sus complejos matices, por un deseo contumaz de pertenecer al otro a través de la simbología de las cosas. El afecto no es consecuencia de un idealismo ingenuo, sino resultado de la resistencia de la pareja ante la erosión de todos los días.
Se vislumbra en Cíngulo y estrella cierta superación del desengaño que conlleva la idealización de las relaciones, pero que no escapa a cierta nostalgia que la caducidad del tiempo y del cuerpo infunden en ese acompañamiento de los seres a lo largo de los años. Sanz invierte el tópico de que el amor transforma el mundo. Al contrario, el mundo transforma los afectos y el pensamiento sobre los mismos.
"Ahora,/ yo me acuesto/ con mi pijama rosa./ Y tú,/ con tu pijama azul./ De la seguridad social." (pág. 37)
"Deberías contarme/ muchísimos más cuentos/ antes de dormir./ Vallar la pradera/ y alicatar la cúpula celeste./Llenar de tabiques/ las habitaciones./ Dejar menos espacio/ para evitar que sea yo/ quien lo imagine todo/. Y me parta de risa./ Y me muerda las uñas./ Y quiera/ y no quiera./ Saber" (pág. 13).
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