Nadie discute ya que la música comercial se ha convertido en una clase de discurso homogéneo donde las tendencias y estilos apenas existen, pues lo que existe es una gran BSO de música simplista, con letras simplistas, atemporal, ucrónica. La mayor parte de la música que escuchamos contra nuestra voluntad tiende a fusionar el rap, el tecnho y ritmos latinos en una clase de pensamiento único que se reparte en cadenas de radio, discotecas, tiendas de ropa juvenil o gimnasios.
El reggaetón forma parte de esa tendencia que recoge lo peor de la música popular americana, lo peor del techno, lo peor de las letras que algunos raperos llaman "poesía" (y se quedan tan panchos). Son muchos los bloggers que intentan proteger el género de su relación con la violencia machista, justificando que el rock, el mejor rock, también fue misógino en su momento. Lo peor de todo es que, sin faltarles razón, no analizan el problema de fondo.
El rock nace como un síntoma de rebeldía social y como reflejo de las sinrazones que movían a muchos colectivos marginados hasta que se convirtió voluntariamente en mercancía. El reggaetón nació ya como mercancía y con unas carencias intelectuales y estéticas que el peor rock pudo subsanar sencillamente despareciendo.
Pero el reggaetón no lo hace porque es un producto simple, sin competencia apenas, se imita a sí mismo, se destruye a sí mismo, fácil de intuir, fácil de memorizar, fácil de bailar, fácil de asimilar en la ducha, en el hotel, en el coche, en el retrete. El reggaetón es fácil en general y su violencia machista va acompañada de la peor de las desigualdades, la desigualdad intelectual.
Ripios machacones, pseudoraperos de fondo y repeticiones melódicas constituyen una argamasa que obliga a infantilizar a los adultos y a adulterar a los adolescentes a la hora de conformar sus relaciones sociales. El reggaetón da dinero de una forma simple y rápida, y eso encanta a las productoras que creen en los valores morales, seguro que sí, pero la moral no genera riqueza, porque no tiene naturaleza de mercancía. Lo que da dinero es jugar a ser transgresor, a convertir la música en un producto ágil, prefabricado y que sea tan efímero y consumible como los grupos que lo difunden.
Es triste y la solución no existe, porque el reggaetón es un objeto y no un género musical que podamos analizar,criticar o con el que enriquecernos emocionalmente según pasan los años. El reggaetón se toma y lo escuchas en cualquier lugar, por mucho que no quieras; el reggaetón es otro de los triunfos del capitalismo y, detrás de cada canción, hay mucho adolescente que se le va la pinza, y mucho treintañero que maltrata a la novia y le chasquea que él perrea cuando quiera y con quien quiera. Madre del amor hermoso.
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