Todos los muebles flotaban en el aire y el perfume de tu novio era el exquisito aroma que los muertos respiran una vez que los gusanos ayudan en la fermentación. No has sido una mujer inocente. Ni tu amiga que dibuja con sangre la cábala que resucita animales de metal y políticos que negocian con hipocampos en los vertederos. Que Dios nos pille confesados.
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