Las mujeres explotaron de placer y el confeti dibujó el nuevo sendero de la iluminación. La mujer con el parche dirigió su mirada unívoca al Infierno, mientras Caronte la despedía, abrumado por los gritos de la orgiártica fiesta. Los chivos incansables la rodearon también a ella y, como no tenía miedos infantiles, dejó que la violencia la poseyera hasta la eternidad azufrada.
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