jueves, 9 de octubre de 2014

No veas más cine mientras un perro se coma a tu madre en una calle de Baltimore

La actriz y modelo Sasha Grey.

   No he querido incomodarte, Sasha. Big Fun es un disco sublime y los sonámbulos que acompañan a sus lagartos domesticados hasta el parque no son bienvenidos a nuestra casa. Pero tú, como diosa indispensable para tantos poetas, quieres conocer a los extraños, a los que roban sonajeros y ropa para bebé en los hipermercados.

   Miles Davis camina sobre el alambre en sus primeros discos y, aunque nos emocione escucharlo, no es motivo para que el fin de semana lo perdamos entre esos efluvios hipnóticos donde el maestro da todo lo que puede. Porque sucede así. Llega el viernes por la tarde, te colocas tu camisa, Sasha, y el mundo de los mortales deja de interesarte, salvo esos extraños que pasean con sus varanos y cocodrilos por todo Baltimore. Cedes todo tu talento a Miles, tus umbrales de percepción quedan anulados por esa hiperexcitación y estás lejos de mí, ausente del verbo y de la carne.

  Me cuenta Marcel, el joven que vende soma en el aparcamiento, que un perro devoró a tu madre ante tus ojos. Pero no te alteraste, te limitaste a presenciar la escena, a sacar el revolver de culata pulida y a disparar sin tino porque aún estabas bajo los efectos sedantes de Big Fun. Un drama. Pero qué se le va a hacer. Busca en tu interior como hacen los cirujanos con los lisiados y los heridos. A lo mejor te sorprende lo que encuentras. No espero mucho de ti. Que me des placer, que no veas más cine francés y que apuestes por Brown Dawn en la próxima carrera. Deja que la prosa fluya, que mi escritura te destruya y que el perro devorador de madres duerma el sueño de los justos. Mil abrazos, Sasha.

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