Te temo. No soy consciente del daño. Las gaviotas nos abandonan y se llevan la realidad consigo, la realidad del daño, su albura, la estrechez de miras, tus manos a punto de rozar el espliego. Te temo porque tu enfermedad no es mía. Las orillas me borran. Un fragmento. Se disipa la última ave. Luces descargan en la oscuridad que deja.
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