jueves, 27 de noviembre de 2014

Vampirella

Mi reseña en Mundiario sobre la heroína de un cómic que nació dentro de la cultura underground.


   Guionistas como Eric Trautmann y dibujantes como Wagner Reis y Walter Geovani han retomado el mito underground de Vampirella en nuevos tomos de novela gráfica. No cesan de publicarse continuas revisiones de personajes femeninos como Red Sonja, Wonder Woman o Power Girl con la intención de seguir explotando ese arquetipo sensual y seductor dirigido a adultos. Bajo la presión de un mercado cada vez con más sagas según se agotan colecciones y series, Vampirella es ese mito esotérico que nace de la reinterpretación de la literatura de vampiros y de la liberación sexual que encarnaban las mujeres provocativas de Russ Meyer allá por los ochenta.

   Vampirella recrea esa fantasía erótica que describe a estereotipos femeninos que se mueven entre la independencia social y el exotismo de una sensualidad vinculada al erotismo más cinematográfico de Tura Satana o de directores como Tinto Brass. Legendarias publicaciones como Creepy, 1984 o Eerie continuaron con esa línea de expresión de lo femenino a lo largo de muchos años, enfatizando esa dimensión astral, mística y, en ocasiones, belicista de la mujer amazónica, una recreación terrenal de esa diosa homérica que usa su sensualidad como artimaña para conseguir fines de naturaleza filantrópica. Porque Vampirella o Red Sonja son personajes que rechazan su naturaleza mistérica para realizarse como mujeres de carne y hueso. Ansían la naturaleza mortal por su autenticidad.

   El relanzamiento de Vampirella a cargo de Trautmann y Reis en Panini Comics no destaca por su brillante historia. De hecho, peca de infantilismo y no escapa a muchos de esos volúmenes y cómics de grapa para adolescentes que se publican mensualmente con argumentos simplistas y previsibles. Lejos del trazo original de Tom Sutton, el dibujo de Neves y Reis es atractivo, detallista, porque interesa llevar a cabo la versión explícita de una sexualidad neumática, afin a cuerpos fitness y chicas Playboy. Así que la calidad gráfica de algunas viñetas supera en Corona de gusanos, por ejemplo, el contenido del guion.

   Sin embargo, el mito atrae aún por ese malditismo vampírico, por conservar, hasta en su vestuario, ese aura marginal de lo underground que rompe con todo idealismo de una belleza sensual inalcanzable. Vampirella es terrestre, una mujer que, sin pertenecer a contextos urbanos, se mueve en ellos por una justicia social que es metáfora de una liberación personal y espiritual. Esa liberación está condenada al fracaso cuando el propio personaje, como cualquier otro superhéroe, reconoce que su vida está lejos de la rutinaria vida de cualquier mortal. Y el mito, aunque en decadencia, sigue formando parte de una bibliografía pendiente de revisión. Publicaciones como las de Panini actualizan la concepción cultural de la mujer vampiro que tantos ejemplares vendió a lo largo de los setenta. Por algo será.

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