Esquemática, sin profundidad en el desarrollo psicológico de los personajes, la secuela El retorno de los malditos (Las colinas tienen ojos 2) defrauda a cualquier amante del género. No sé si lo llamaría perder el tiempo a lo que hice anoche cuando decidí proyectar la película en mi salón. El resultado se aleja mucho de aquellas escenas cruentas, marcadas por un severo abuso de la violencia que caracterizó a Las colinas tienen ojos, estrenada en 2006, y dirigida por Alexandre Aja.
En este caso, el trabajo de Martin Weisz no aporta nada nuevo al imaginario de Wes Craven, a esa rentable forma de describir la lucha por la supervivencia en un desierto custodiado por mutantes caníbales. La cinta es superficial porque el espectador, conocedor de la historia, espera mucho más, aunque el esquema de acción de estas películas sea siempre el mismo: asesinatos en quirófanos de ultratumba, secuestros, persecución, liberación de algunas víctimas y final abierto por alguna coda previsible que anuncia nuevos episodios.
Sin embargo, El retorno de los malditos peca de escasa tensión en las secuencias más sangrientas y de un desarrollo que está más empeñado en resolver el conflicto, que, en esa recreación de la violencia psicológica o en la descripción de escenarios inéditos y espeluznantes. Lo que hace Weisz es aprovechar el tirón de taquilla de la película de 2006 para estrenar un año después una secuela llena de tópicos manidos, de sustos previsibles y con escaso minutaje invertido, no sólo en la perversión, sino también en escenas de lucha cuerpo a cuerpo. Escasa sensualidad en ese equilibrio entre desnudos femeninos y masoquismo que ha definido a tantas sagas, claustrofóbicos contextos de poca grima y unos diálogos nimios que apenas no desfinen los miedos, rencores o esos relevantes aspectos biográficos que estigmatizan la condena de unos personajes que se sienten observados por un depredador instintivo. Nada que ver esta cinta, que tiene a los militares como protagonistas, con el suspense de una legendaria Depredador o de ese Alien II que sigue ganando adeptos. Una pena. Espero que este fraude no tenga relación con ese infantilismo que está descargando de fuerte emotividad psicológica al cine de terror actual, aligerándolo de mayor elocuencia narrativa en aspectos psicológicos de los personajes, que aquí, en El retorno de los malditos, apenas están esbozados.
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