Tras la publicación de su ensayo Neurociencia de la felicidad,
publicado por la Editorial Odeón, la escritora Mado Martínez reflexiona
para este medio sobre algunos aspectos que motivaron la creación de esa
obra. La autora alicantina profundiza en Neurociencia... sobre
la necesidad de buscar un proyecto de vida dentro de una sociedad que
profesa el escepticismo ante los acontecimientos políticos y económicos
que se han desencadenado con la crisis. Galardonada con el Premio Ateneo
Joven de Sevilla, su nueva novela La Santa acaba de ser publicada y aquí nos adelanta alguna de sus claves de lectura.
Mado Martínez. |
- Pregunta: A diferencia de otras publicaciones que aparecen
frecuentemente en nuestro mercado con títulos repetidos y manidos
(Autoayuda, El secreto, Manual para ester mejor), tu libro se titula
“Neurociencia de la felicidad”. ¿Por qué el enfásis en “Neurociencia?
- Respuesta: Porque en este viaje en búsqueda de la felicidad del que
doy cuenta en este libro, he contado con la ayuda de diversos
neurocientíficos, psiquiatras, médicos, ingenieros, bioquímicos,
psicólogos, entre otros, a los que entrevisté con el fin de averiguar
qué podemos hacer para alcanzar la felicidad y tener una vida más plena,
de ahí lo del énfasis en “neurociencia”, pero que no te engañe esta
palabra en el título, porque este libro de lo que en realidad va es de
embarcarse en la aventura de la vida y lograr la felicidad. Lo más
interesante de Neurociencia de la Felicidad es que aporta ejercicios,
datos y herramientas que cualquier persona puede poner en práctica en su
día a día, y a pesar de que se apoya en la sabiduría de la ciencia,
está escrito en clave divulgativa, así que es totalmente accesible para
el público en general, jóvenes, adultos y mayores. También es un libro
que abre ojos, remueve conciencias, hace que nos preguntemos muchas
cosas, y nos hace crecer.
- P.:Una idea que desarrolla tu libro es que la felicidad no
debe asociarse exclusivamente al placer, sino a una experiencia de vida
global. Esa reflexión contradice el carácter hedonista de nuestra vida
en Occidente. ¿Por qué se ha confundido placer y felicidad?
- R.: Porque la sociedad de mercado y consumismo en la que nos
encontramos nos ha educado para crecer con esa confusión, de modo que
creemos que somos lo que tenemos, en lugar de los que somos, y buscamos
comprar cosas en lugar de adquirir experiencias; y buscamos ganar dinero
en lugar de buscar tener una vida rica en relaciones sociales, por
ejemplo. Las sociedades occidentales más avanzadas encuentran muchos
obstáculos en su búsqueda de la felicidad, porque el estilo de vida
moderno nos lo pone muy difícil, a pesar de sus trampas ilusorias.
Tenemos que darnos cuenta de en qué zonas de nuestra existencia puede
hallarse verdaderamente la felicidad, qué nos está impidiendo llegar
hasta ella y hacer todo lo posible por llegar hasta ella mediante
múltiples estrategias integradas.
- P.: Tus experiencias personales, algunas de ellas
dramáticas, aparecen en este manual. ¿Existe un punto de inflexión en tu
vida que te haya motivado en la escritura de este trabajo?
- R.: Diría que en mi vida han existido varios puntos de inflexión,
no sólo uno, que desde luego me motivaron a querer salir de esas
situaciones. Tuve que trabajar mucho y de forma muy constante para
superar ciertas circunstancias. Es un trabajo diario, pero el esfuerzo
se ve recompensado cuando vas midiendo tus logros, te das cuenta de
cuánto has crecido y evolucionado, y eres capaz de ver las cosas desde
un prisma más claro y nítido, sin distorsiones, y de saber quién eres,
qué te gusta, quererte a ti mismo, superar y aceptar las limitaciones,
disfrutar de la vida, y tener una actitud valiente, luchadora y de
optimismo pragmático ante la vida.
- P.: Encuentro alguna contradicción cuando apoyas tus
argumentos en científicos e investigadores de prestigio y, sin embargo,
no excluyes en algunos momentos la referencia a experiencias que han
sido publicadas en revistas donde se plantean investigaciones
ufológicas, por ejemplo. ¿Por qué esta diversidad de perspectivas?
- R.: Siempre he sido una persona ecléctica. No olvidemos que yo
llevo años publicado reportajes tanto en revistas de divulgación
científica como Ispectrum Magazine, de la cual soy directora, como en
revistas históricas, como Historia de la Iberia Vieja, pero también en
revistas en las que como tú bien dices se plantean cuestiones
relacionadas con fenómenos fronterizos, entre otros, tales como Más
Allá, Año/Cero, Enigmas, etc. de la Creo que para tener una visión
amplia de las cosas, uno debe abordarlas desde varias perspectivas
distintas, por eso en mi libro me acerco a muchas cuestiones desde la
perspectiva personal, la periodística, la científica, la antropológica,
la psicológica, la religiosa… ¿Qué luces y sombras nos aportan cada una
de estas perspectivas y metodologías en el abordaje de la búsqueda de la
felicidad? A mí, particularmente, me han ofrecido una amplitud de miras
extraordinaria. Por ejemplo, cuando hablo en Neurociencia de la
Felicidad de la muerte por vudú, las curaciones milagrosas y el efecto
placebo, lo hago encadenando medicina, antropología y religión (cultura y
sistemas de creencias, al fin y al cabo). Precisamente ahí radica lo
extraordinario de este libro, y es lo que está haciendo que sea
aplaudido por médicos, psicólogos, antropólogos y científicos, pero
también por todas aquellas personas de mente abierta y curiosa
interesados en saber no sólo cómo alcanzar la felicidad y vivir una vida
más plena, sino saber por qué una persona a la que le han echado una
maldición vudú puede morir por ello, cómo influyen los sistemas de
creencias en nosotros, de qué forma acta el efecto placebo y el efecto
nocebo, de qué forma la meditación incrementa nuestros niveles de
felicidad y modifica nuestra expresión genética, qué relación tienen los
pensamientos y nuestras emociones con nuestra salud física y psíquica,
qué estilos de vida nos hacen más felices, cuáles son los peligros de la
nueva era y el pensamiento positivo exacerbado, y cuáles son las
actitudes y herramientas que todos podemos usar para sentirnos mejor y
disfrutar de esta vida que tenemos, que de momento, que sepamos, es
única.
- P.: Ahora se publica tu nueva novela La Santa y creo que
ese mundo de complejidad psicológica aparece en varios de tus
personajes. Cómo diferenciamos a la escritora de ficción de esa
investigadora sobre los sentimientos.
- R.: La gente me pregunta cómo es posible que escriba libros sobre
felicidad, por un lado, y novelas de terror, por otro. Creo que todo se
resolverá el día que publique un libro titulado “La chica que era feliz
escribiendo novelas de terror”, (ríe). Los personajes de mis novelas
suelen enamorar a los lectores precisamente por eso, por la profundidad
psicológica que albergan. El lector entra en sus zonas más oscuras,
advierte los secretos y emociones más inconfesables, navega por toda una
serie de instintos, anhelos, temores, traumas, deseos, culpas, dudas y
sentimientos que vibran junto al desarrollo de la trama y hacen que el
lector vibre con ellos. Lo cierto es que La Santa es una novela de
terror y misterio está levantando pasiones entre el público.
- P.: Mado, por un lado, el capitalismo nos ha traído progreso
tecnológico, mayores comodidades en las sociedades desarrolladas y,
pese a la mejora de la calidad de vida, psicólogos y psiquiatras no
cesan de trabajar con pacientes frustrados e infelices. ¿Qué está
pasando en nuestras sociedades?
- R.: Que el estilo de vida impuesto por el mercado y el consumismo
nos hace vivir de una manera totalmente contraria, en muchos sentidos, a
como la deberíamos estar viviendo: nos privamos de horas de sueño,
llevamos una vida sedentaria, pasamos todo el día encerrados en nuestro
lugar de trabajo, trabajamos para conseguir cosas, no nos dedicamos
tiempo a nosotros mismos porque las obligaciones nos esclavizan, etc… El
ser humano necesita dormir de 8 a 10 horas diarias, hacer deporte,
pasar tiempo al aire libre durante el día, compartir experiencias con
amigos y familia, tener sentimiento de pertenencia a su comunidad,
viajar y explorar nuevas cosas, desarrollar su creatividad, lograr unas
relaciones sociales satisfactorias, disfrutar de las pequeñas cosas,
tener tiempo para dedicarse a uno mismo cada día haciendo algo que nos
guste mucho, etc… Al final, el cuerpo humano, como señal de alerta y
alarma ante algo que no va bien en nosotros debido a este ritmo de vida
que destroza nuestros ritmos circadianos, nos agota, baja nuestras
defensas, etc, se rebela con los consabidos síntomas de ansiedad, stress
y depresión, tratando de llamar nuestra atención sobre el hecho de que
debemos parar y cambiar la situación que nos está llevando a esa
situación. Y cuando uno tiene ansiedad, stress y depresión, algo muy
corriente en nuestra sociedad moderna occidental, va a la psicólogo y al
psiquiatra. Por esos estos profesionales tienen tanto trabajo con
pacientes, como tú dices, “frustrados” e “infelices”, porque al margen
de muchas otras circunstancias a tener en cuenta, esta sociedad nos
anima a ser “productivos” y “consumidores”, no a ser verdaderamente
felices.
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