Te rompen la cara en mitad del patio.
No se lo dices a nadie. Te tragas el
orgullo.
El profesor de guardia
no hará nada, salvo que seas su hijo,
su hija,
su perro de raza, encargado hace meses
a una tienda de mascotas.
Te rompen la cara en mitad del patio,
porque no perteneces a esa banda que
abandona
calaveras de paloma en las esquinas.
Hoy ya no te ha impresionado esa
noticia
en la que una de las gemelas más
conocidas
del cine porno ha decidido
amputarse cada uno de sus dedos
para una subasta benéfica.
Hoy el Hombre Morsa
ha conocido a la mujer pantera
y el efecto vernáculo de las hierbas
de acero.
Ya no te impresiona nada de lo que
escuchas
porque te rompen todos los días
la cara en mitad del patio
mientras nadie hace nada importante
para evitar la baba amarilla
con la que sueñas.
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