Como muchos compañeros, no uso libro de
texto. Uno de los motivos del fracaso educativo es esa sumisión del
profesor al libro. Solamente hay que ver las mochilas de algunos
adolescentes par darse cuenta del negocio que han montado editoriales y
Administración. Y los resultados académicos empeoran.
Diferentes corrientes de innovación
metodológica están defendiendo la creación propia de materiales y la
búsqueda de recursos prácticos que animen al adolescente a trabajar en
el aula. Como profesor de Lengua, no entiendo que los objetivos
didácticos de muchos docentes estén fijados por el índice de un libro de
texto y por un Currículo Oficial que sigue fiel a una tradición
ilustrada donde predomina el conocimiento memorístico e histórico
mientras nos enfrentamos al siglo con mayores cambios tecnológicos y
culturales de cualquier época. Esta última frase no es mía, sino de
Habermas.
Tan importante es conocer el trabajo
cinematográfico de Cristopher Nolan y el arte del videoclip de Michel
Gondry como saber manejarse con la sintaxis y reconocer las clases de
palabras. Tan necesario es saber cumplimentar correctamente un
formulario, sin faltas de ortografía, y analizar el cine de Tarantino
como reconocer la profundidad de las Coplas a la muerte de su padre,
de Jorge Manrique. La actualización de contenidos es más motivadora
para profesores y alumnos que la devoción por una ortodoxia de objetivos
y epígrafes que apenas se renuevan cada año.
El hip-hop, el rap o el flamenco son
formas culturales donde se puede explorar el conocimiento de la lengua.
Aprender a comentar una película como si se tratase de un texto
literario no es ninguna herejía. Al contrario, seguramente podamos
rescatar a esos alumnos que hibernan en sus pupitres sin saber qué
finalidad subyace en el aprendizaje memorístico de las características
del Romanticismo. Creo que a la ESO le sobra disciplina mental y le
falta creatividad para comprender la riqueza cultural de un mundo que,
en el caso de mi asignatura, está experimentando una eclosión ingente de
variadas publicaciones, libros, revistas y cómics. No soy quien para
dar ejemplo de cómo se han de hacer las cosas. Sé cómo las hago yo y que
Batman, como Dostoievsky, cambiaron mi forma de mirar al mundo.
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