La ex actriz porno Sasha Grey escribe La sociedad Juliette
La jugada siempre sale bien. Son muchas las actrices porno que, como
Lisa Ann o Jenna Jameson, publican memorias y relatos, contribuyendo así
a consagrar su leyenda particular de divas del onanismo. Grijabo
publicó en 2013 la novela de Sasha Grey, La sociedad Juliette,
con el fin de crear un aura de malditismo intelectual en esta ex-actriz
porno que ha comenzado a hacer también sus pinitos en el cine
independiente.
La novela es destacable por su lenguaje aparentemente novedoso, rompiendo con las noñeces sentimentaloides de las 50 sombras
cuando explica, con una estructura caótica y espontánea, que el porno
es una forma de sublimar experiencias ordinarias que nos defraudan y nos
someten. No creo que la novela haya sido escrita por la actriz, pues
hay momentos brillantes en algunos párrafos que requieren mucho
adiestramiento literario, pero sí es creíble que Sasha Grey haya
aportado mucho a la visión poliédrica del sexo que domina el relato,
pues el hardcore, el sadismo y la sumisión en las relaciones
convencionales dominan el relato.
La protagonista y su compañera Anna son atraídas hacia una logia que
busca en la promiscuidad, en la tortura y en determinadas parafilias un
lenguaje de hermanamiento. La novela destaca por su tributo continuo al
cine de la contracultura como El último tango en París, de Bernardo Bertolucci, o Repulsión, de Roman Polanski. El argumento refleja, además, la herencia dionisiaca de Eyes wide shut,
de Stanley Kubrick, o del cine de Tinto Brass. Sasha Grey se detiene en
minuciosas descripciones a propósito de la erótica de los cuerpos que
convierten el acto sexual en un lenguaje inefable. Pero ni siquiera lo
instintivo es capaz de convertirse en ese reducto de privacidad
necesario en un mundo de alienación, propaganda y mala, muy mala
literatura.
La novela, sin ser una gran obra, rompe con los moldes edulcorados y
sin malicia por los que apuestan actualmente muchas editoriales. El
problema es que la novela de Sasha no se aleja de ese culto machista que
profesa la propia mujer occidental para complacer al hombre. La
experiencia de la actriz se queda en la diversidad de posturas y de
formas para invocar el placer, pero, en ningún momento, asistimos a una
visión feminista y rupturista con los prejuicios culturales en torno a
la mujer como mujer sumisa y reposo del guerrero. Pero, bueno, por algo
se empieza, Sasha.
"El ogro tiene la boca completamente abierta, como si gritara o se
riera, no sabría decirlo. O quizá simplemente se esté riendo a gritos
por algún chiste que sólo el entiende. El ogro me mira, se ríe de mí,
como si hubiese reconocido a alguien que no perteneciese a este
lugar.(...) Vacilo entre la ansiedad y la determinación; ojalá Anna
estuviera aquí. Pienso: ¿Qué haría Anna? Pero ya conozco la respuesta.
Nada de esto la perturbaría. Saltaría adentro alegremente, porque para
ella cada experiencia es una nueva aventura, un nuevo desafío, una nueva
frontera que cruzar. El sexo murmurante me habla. Dice. "Entra". así
que lo hago" (págs. 268-269).
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