Me emociona la sensibilidad del prólogo del poeta José Luis Zerón al escribir sobre esta colección de poemas que Elías Cortés nos revela como un tributo al amor trovadoresco. Zerón condiciona la forma a una sensibilidad sincera, exenta de fingimiento. Podría decir yo, como elautor del prólogo, que este libro de Cortés son unos cantos donde la carnalidad y la euforia del deseo se caracterizan por el acopio de metáforas que introducen al propio creador en una clase de balbuceo; un balbuceo a través de las metáforas para poder comprender los estragos del amor. El Surrealismo y el Barroco son una forma de expresión idónea para ese vehemente deseo.
No puedo evitar ciertas analogías con El Rayo que no cesa, no tanto en la forma, sino en esa capacidad sintética de referir en pocos versos una compleja cantidad de referentes simbólicos asociados al amor. Lo mejor de este libro, los cierres de cada poema, rotundos, como en los mejores cancioneros. Conmueve esa búsqueda constante de los recursos literarios para romper con una expresión sobria y sencilla del deseo, porque Elías Cortés quiere rebasar los límites convencionales de una poesía inspirada en la contención. La complejidad sintáctica y el ornamento son trasunto de ese amor como sinrazón, como irrefrenable necesidad de adentrarse en el conocimiento del otro, de sentirlo, de amarlo, de traspasarlo.
Escribiré de amor en tus entrañas es ese tributo al amor vivido y padecido, al amor como experiencia íntima, al que la forma se doblega con rabia, incidiendo en esas comparaciones insólitas entre lo espiritual y los objetos, una forma de conocer la fiebre de la entrega, del sufrimiento ante un amor a a veces correspondido y otras veces, indiferente.
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