jueves, 7 de septiembre de 2017

El nuevo disco de Lana del Rey confirma un estilo basado en melodías hipnóticas

El nuevo disco me gusta mucho, especialmente las dos primeras canciones, "Love" y la que da título al disco, "Lust for life". Desde que editara su Born to die en 2012, encontré en esta cantante algo que sonaba a disidencia; una alternativa al manido pop pues aportaba decadentismo y una belleza oscura a unos temas minimalistas e hipnóticos.
Su mundo personal, con letras llenas de sensualidad y malditismo, vuelven a aflorar en este nuevo álbum en el que te sumerges de nuevo en esos espacios oníricos y psicodélicos que su voz produce como si susurrara o masticara con una aparente espontaneidad. Su porte, su forma de interpretar y cierto tono hierático la convierten en una clase de mujer fatal.
Y eso me atrae. Y también esa forma de insistir en una misma idea que repite en todos sus temas: carpe diem. La vida es jodidamente difícil; solo queda aceptarla y disfrutarla. Es una constante en todos sus discos que aquí vuelve a aparecer en canciones como "Tomorrow Never Came".
Por esa razón, su forma de cantar, su estatismo y ese distanciamiento de un pop estruendoso hacen de su Lust for life una invitación al proselitismo de su figura y de sus discos. Este nuevo trabajo refuerza la simpatía hacia sus fans haciendo que su militancia, entre ellos, yo, nos sumemos a su música sin plantearnos un porqué.
No sé si Lana del Rey pasará a la historia de la música como una renovadora del pop. Seguramente no. Sin embargo, hay algo en ella que suena a distinto y que te sume en una atmósfera de nostalgia que pocos artistas ahora mismo logran. Porque hay sutilidad en esas composiciones aparentemente sencillas. Hay una meditada provocación a que cruces el umbral que separa el bien del mal. Y eso, en estos tiempos de borreguismo de triunfitos y discípulos de los triunfitos, se agradece, la verdad.

Lana del Rey./ Mr. Indie

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