El alargamiento de pene y una mujer de tres pechos
Las operaciones para alargamiento de pene han aumentado este último
año como el consumo de Trankimazin para paliar la ansiedad. Me entero de
que una mujer de Florida se va implatar una tercera glándula mamaria
con la que saldrá en televisión y en una serie de reportajes
fotográficos. La mujer dice llamarse Jasmine Tridevil y tomó su decisión
para dejar de ser atractiva a los hombres.
Los libros no arden en las plazas. Algo peor. No se leen. La metáfora
de Bradbury en 451º Fahrenheit se está cumpliendo a rajatabla. Editores
y escritores andan desquiciadops con los índices de ventas. Muchos de
ellos pensaban que copiando a Coelho y a Follet saldrían del agujero.
Los implantes mamarios en adolescentes parecen haber sido el último
regalo de estos reyes y el abandono de perros es cada vez mayor según
pasan los veranos. Y no deja de soprenderme cada boutade porque,
en el fondo, hay mucha poesía de Lautréamont detrás de estas metáforas
odiosas con las que convivimos cada vez que despertamos.
He leído sobre Jonah Falcon que fue detenido en un aeropuerto por
llevar un bulto extraño en la bragueta. Resultó que era su pene. Medía
28 cm en reposo. Una clínica en Barcelona desarrolla programas de
atención a adictos al sexo online. Muchos de los pacientes son
consumidores de cocaína y alcohol. Me cuenta mi otorrino que le llegan
demasiados jóvenes a la consulta con adicción al Vick´s Nasal y en sus
rostros lee desesperación y nerviosismo.
Alguien dirá que todo está corrompido, que todo está sumido en una
densa capa de alquitrán, pero a mí este mundo me encanta, porque declara
que somos más que hombres, quizá esos espantajos que cayeron en un
bidón de residuos químicos para creer en algo que no fueran los dioses. A
esto hemos llegado después de tanto progreso. A la música de Bach, a
las felaciones de Audrey Bitoni y a la eficaz ingeniería que se oculta
detrás de la silla eléctrica. Amén.
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