La bibliografía sobre los nacionalismos
es inabarcable. Tengo mis dudas sobre las bondades de los movimientos
independentistas. Europa se balcaniza porque, además del orgullo patrio
que alimenta a algunos territorios, existe una crisis económica donde no
se ve la luz al final del túnel y unas corruptelas políticas
incontestables. Pero nada va a cambiar aunque parece que vaya a cambiar
todo. Porque, por encima de las patrias y las naciones, está Repsol, los
ipads y un lenguaje universal que va más allá del inglés y del chino:
Facebook.
Por mucha reivindicación nacional, por
mucha intentona secesionista, por muchos referenda sobre las potestades y
fronteras de un pueblo, Burger King, la American Express y Carrefour
gobernarán los pueblos per secula seculorum. Porque el capitalismo tiene
esa habilidad camaleónica de mimetizarse con cualquier lenguaje y
presume, además, de esa tolerancia que acepta cualquier pensamiento, por
muy rebelde que sea, siempre que lo pueda rentabilizar económicamente.
Por mucho que quiera Artur Mas pasar a la historia, que lo hará, su
memoria simbólica será ceniza porque, por encima de sus intereses, de
sus sentimientos engolfados, de su discurso inflamado de metáforas,
estarán Nestlé y Pepsi.
Sí, Artur Mas estará en esos libros de
historia de Primero de ESO donde los adolescentes pegan mocos y dibujan
pollas mientras se duermen en el pupitre. Artur Mas estará en esos
libros de historia que comprarán los padres en el Carrefour junto al
Fairy, la comida de perros y el tinte de L´Oreal. Es triste. Y algunos
aún no lo entienden. Porque el nacionalismo, independientemente de su
origen, está absorbido por otro mayor que proviene de Morgan Stanley,
Nike, One direction y los paraísos fiscales. Jordi Pujol lo tenía muy
claro. El subidón quedará en nada, aunque Cataluña y Escocia consigan la
independencia y los españoles sigamos pensando que somos hijos de El
Cid después de que los árabes vivieran ocho siglos en la península.
Detrás de la balcanización sigue
existiendo un lazo consanguíneo que nos hace a todos hermanos de la
misma madre Microsoft. Es duro aceptarlo. Lo sé, pero la independencia y
el verdadero nacionalismo pasan por tirar al contenedor de la esquina
tu Xperia y ese Lacoste con el que vas tan guapo a las bodas. Sí, se lo
escuché a un borracho, Artur. La gloria es una estatua que cagan las
palomas. No queda otra.
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