Microrrelato en Mundiario.
Laura Harring y Naomi Watts, en Mulholland Drive. |
Te has limitado a contemplar a la señora de bolso gris que camina por la cuerda. Los perros de caza han sido sustituidos por los coches eléctricos. No hay carne que llevarse a la boca, si no entras a los supermercados a matar a los cerdos que hibernan tras el plástico. Frunces el ceño y sueñas con el oso incendiario que come polillas tras las estanterías de los incunables. Nadie te va a despertar de ese violento sueño donde las ardillas y las muñecas hinchables acaban por suicidarse desde los más altos edificios. La línea de sangre se escribe con una punta de alfiler y las vacas que pacen cerca de los ríos son el avatar de un niño despiadado que acuchilla palomas en las esquinas. Qué más puedo pedirle a la vida, la rubia mujer y la actriz de cuello largo que busca en su bolso las vísceras de cordero para darle de comer a los arenques que hierven en las peceras del burdel más conocido. Adiós, vida. Necesito otras Ray ban.
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