En Mundiario mi reseña sobre A mares, de María Jesús Jabato.
Llega a mis manos un nuevo poemario de Faktoría K de libros (Kalandraka), A mares, escrito por María Jesús Jabato e ilustrado con acuarelas por Rocío Martínez. A diferencia de otros textos literarios infantiles que he comentado anteriormente, este trabajo se caracteriza por su aparente sencillez. Destaco aparente porque parece que la autora resuelve cada poema de una forma trivial, meramente lúdica, con importantes concesiones a la rima consonante, pero su intención no es otra que la de crear un corpus de canciones donde se cohesiona efizcamente fábula con musicalidad: “En un cochazo elegante/ por detrás y por delante/ va el tiburón. Hace sonar la bocina/ cuando dobla las esquinas /del mar Menor./ Como es rico y presumido/ dicen que es un buen partido,/ ¡ay, qué emoción!” (pág. 24). La leve intensidad de las acuarelas de Rocío Martínez son suficientemente descriptivas porque inciden en ese tono cuentístico que recrea cada poemilla de María Jesús Jabato.
Lo que caracteriza a este poemario es que, detrás de ese aparto formal, hay breves anécdotas, microcuentos y chistecillos que establecen una sincera complicidad con el lector. La virtud de esta clase de libros es que, aunque estén dirigidos a los niños, su lectura también embauca a los adultos, pues recuperamos, sin ser conscientes de ese hecho, una nostálgica visión del juego con las palabras que tantas veces aprendimos en la escuela y dentro de la familia.
La oralidad consumada en la estructura de estos versos construye un personal animalario de peces y crustáceos, pues el asunto de esta obra, como se desprende de su título, se desarrolla a partir de motivos que giran en torno a espacios como la playa y a actividades como el juego en la arena o la pesca. Por tanto, la autora conecta con ese imaginario fabuloso que todo niño tiene en su cabeza cuando los animales marinos y su representación simbólica en dibujos animados, libros de texto, cuentecillos, por ejemplo, siguen entusiasmando: “Un gusano haragán y descarado /tumbado en un anzuelo rojiverde /ha escrito en un cartel: ¡Cuidado, muerde!, y los peces se apartan de su lado.” (pág. 11).
Lo que emociona en la mayor parte de estas canciones y romancillos es la capacidad metafórica que María Jesús Jabato expresa en pocos versos. La personificación y la sinestesia, esa atractiva combinación del mundo sensible propio de los hombres con el de los animales, son artificios que enfatizan esa eficacia histriónica y chocante entre el contenido y el ritmo de cada poema: “Érase que se eran/ dos marineros/ que surcaban los mares/ en un sombrero/ negro de copa,/ uno sentado en proa/ y el otro en popa" (pág. 22).
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