El escritor Álvaro Giménez analizó para Mundiario el poemario Apariencia de vida, de Ramón Bascuñana, y lo relaciona con la crisis institucional que estamos sufriendo desde hace algunos años por parte de los políticos de este país.
"Durante estos últimos meses, el poeta oriolano Ramón Bascuñana ha presentado en sociedad su último poemario, Apariencia de vida. Bascuñana, después de más de quince poemarios publicados, vuelve a ofrecernos, con un estilo directo pero elaborado, los temas que transitan su poesía de modo recurrente: la nostalgia agridulce de la infancia y de la juventud; las expectativas vitales no alcanzadas tras esas etapas; la literatura como refugio y único modo de existencia posible; la soledad del oficio de poeta. No obstante (y el título así lo indica), estos elementos se tintan con la amargura de quién es consciente de que todo, al final, no es más que apariencia, existencia fútil que no nos salva, como enuncia el verso que cierra la obra, de la muerte y de lo que es más trágico, del olvido. La mentira a medias como única verdad, el tedio existencial, el pesimismo propio del Barroco, en definitiva, con su crisis de valores y desengaño vital, se instala en cada uno de los versos que vertebran los poemas de este libro.
No es difícil por ello, contemplar Apariencia de vida como una metáfora de los momentos que estamos viviendo en estos días de campaña electoral. Nuestro entorno se ha llenado de sonrisas, de imágenes impolutas y de mensajes donde la apariencia domina. Tras unos años de crisis económica y ética, la clase política se ha maquillado para decirnos que tienen la solución mágica a todos los problemas que nos asolan. Nos presentan recetas en formato de anuncio publicitario que, dicen, nos salvarán y nos darán estabilidad. A estas alturas, no podemos evitar ver estas palabras como máscaras que envuelven el engaño vivido en las últimas décadas y que se ha ido descomponiendo en los años de crisis. El político, como el poeta, se ha refugiado en una realidad propia: una torre lujosa y alejada de la sociedad. Sin embargo, mientras el poeta busca y persiste en ese apartamiento del mundo como único modo de vida posible, el político abandona, de vez en cuando, su cómodo retiro para darnos la ilusoria sensación de que su torre no existe y de que él vive como nosotros y por nosotros.
Escribe Ramón Bascuñana en uno de los poemas de Apariencia de vida, (el que lleva por título “La realidad del día I”) “Eternos soñadores, los poetas / inventan, solamente, la vida que no viven”. Estos días de promesas e ilusiones nos muestran, por encima de todo, que son muchos los políticos que se han aficionado a crear poesía".
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