La labor documental de Mariano Pedrera en la ciudad de Orihuela, provincia de Alicante, es la labor silenciosa de esos fotógrafos que dedican todo su tiempo libre a grabar la memoria repetitiva de los ritos y costumbres que acontecen dentro de una comunidad.
Festejos, procesiones, ceremonias y eventos culturales forman parte de un archivo ingente de material fotográfico que Mariano Pedrera va publicando en blogs, foros, revistas y páginas webs sin otra pretensión que dar cuenta de esa fascinación que el propio fotógrafo siente por los espacios y por la capacidad evocadora que tienen los espacios para organizar el rito y la celebración; la memoria del tiempo en las fotos de Mariano Pedrera se disuelve porque sus instantáneas tienen esa capacidad de ubicarnos en una atmósfera intemporal, ajena a nuestros espacios, ajena a nuestra realidad cultural. Nos involucra en una realidad paralela que no parece identificarse con nuestro pasado porque es demasiado inquietante ese vértigo que produce la realidad tal y como fue, tal y como nos la contaron.
Y, sin embargo, las calles y las plazas que Pedrera retrata existieron alguna vez en Orihuela y residen aún en nuestro imaginario como símbolos de algo que nos pertenece, de algo a lo que pertenecemos.
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