Jenna Jameson en Zombie Strippers. |
Las ardillas cíclopes se incendiaron cuando los bebés recién nacidos fueron asignados a las jaulas donde vivían los gasterópodos y los vendedores de trasteros. El señor más oscuro tensó la cuerda para que la stripper bailara sobre el precipicio y se acordara de los nombres de cada árbol que fue extinguido. La lista era tan larga como la trenza de la oficinista que contaba el dinero antes de que los clientes se besaran ante el incienso. Las gentes desfilaban por las barriadas de los ácaros y los restos de cadáveres se cocinaban bajo la supervisión de un burócrata interino. Tanta vigilancia para nada. Las strippers echaban de manos a Campanilla y cada noche, antes de depilarse, mordían la manzana que vendían los antropófagos del burdel sin otro fin que transformarse en pecaminosa sombra de serpiente. A todo esto,en los recovecos de las tahonas, los perros atraían a otras diecinueve ardillas cíclopes para que el muchacho de cera calmase sus furor incendiario. Qué pena ver arder Baltimore y que Campanilla no regresara jamás a salvar a las sangrientas strippers.
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