Pablo Iglesias. |
No sé si el asunto se le está yendo de las manos a Pablo Iglesias. Presentí la egolatría en el debate paranormal, perdón, perdón, paralelo, que el líder de Podemos entabló con un imaginario Mariano Rajoy. Que están pagados de sí mismos ya lo veo en algunos editoriales de La Tuerka y que, en ocasiones, dicen verdades como puños no voy a negarlo, pero la prudencia como estrategia está siendo sustituida por un merchandising hagiográfico de sus líderes e ideólogos. A mí tanta aparición televisiva, tanto libro y tanto baño de masas me recuerda (y de esto entiendo bastante) a Boris Izaguirre y a la madre de Jesulín.
La imagen acaba devorando a la imagen. Y que existe un capitalismo capaz de glorificar a un individuo para hundirlo luego en el más rudimentario ostracismo no es una licencia poética. El peligro que corre Podemos es que sus líderes, que salen hasta en la sopa, pueden acabar como esos grandes hermanos, como esos concursantes de OT o del Tú sí que vales, donde la televisión y la Internet convierten a un ser humano en un producto de mercado, tan efímero como el Tamagochi, por mucha filosofía que te avale. O en un llavero de Star Wars. O en esa gorra preciosa con el logo de One Direction. Queda bastante para las elecciones generales y el planteamiento político de Podemos puede morir de éxito con tanto Follow the leader, leader.
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