domingo, 25 de junio de 2017

Los últimos años de la magia convierte la fantasía en un relato histórico





Portada de Los últimos años de la magia./ Planeta libros




Premio Minotauro 2016, la novela de José Antonio Fideu es un tributo personal a lo fantástico como fuente de conocimiento.Un muchacho llamado Aurelius, sin más aspiraciones en la vida que regentar una taberna familiar, se encuentra casualmente con el mago Houdin que acaba de llegar a Londres.

A partir de ese encuentro, la realidad tal y como la conocía deja de existir para introducirse en otro mundo donde la diferencia entre verdad y ficción cada vez es más difusa. Creo que el autor maneja cuatro constantes muy interesantes en este relato que aportan solidez y verosimilitud a la trama, pese a ese componente sobrenatural que rezuma el argumento desde el primer momento que comenzamos a leer.
1) La novela de Fideu es una novela donde se mezcla el costumbrismo con una mitología propia de cuentos de hadas y leyendas artúricas; las lecturas que el autor ha hecho de la tradición española y británica subyacen en la propia elaboración del relato: Dickens y cierto regusto a El Buscón o al propio Lazarillo destacan en sus primeras páginas. Fideu logra así una atmósfera en la que el espacio circense, las callejuelas y las tabernas se convierten en un particular microcosmos en el que Aurelius sufre su mayor transformación vital. Estos ambientes zafios y lóbregos apuran esa necesidad de la ensoñación por parte del protagonista y del propio lector.
2) Hay una tendencia filmográfica en la narrativa de Fideu, pues el autor es minucioso en la descripción de los acciones. Se percata de los detalles, como si los personajes, en su mayor parte seres provenientes de lo mágico, necesitasen los cinco sentidos en plena ebullición para sobrevivir. Las descripciones se hilvanan con la textura narrativa, dejando al receptor la sensación de estar ante una obra trabajada, depurada y revisada una y otra vez para conseguir ese efecto en el que el ritmo resulta natural, pero que no lo es, sino que surge de una rigurosa selección del léxico y las estructuras expresivas.
3) La visión de la magia como un fenómeno que puede redimirte o condenarte . Esa es la clave de lectura en la que opera Fideu a lo largo de la narrativa. La alusión a Houdin, a Andersen o a Nikola Tesla nos revelan ese lado oscuro del misterio y lo sobrecogedor, pues, Fideu, parte del concepto de magia, no como un mero entretenimiento, sino como una forma de conocer, de amar, de desesperarse en la ambición por saber qué se oculta más allá de las certidumbres.
4) Fideu es un continuador de una tradición literaria que, en este país, ha tenido numerosos altibajos. Seguramente, la aparición de Olvidado Rey Gudú, de Ana María Matute, y la incorporación de voces como la de Laura Gallego parecen haber rescatado de lo proscrito a este género. La obra de Fideu contribuye sin duda a esa progresión de lo fantástico en nuestro país, aportando una atractiva mezcolanza entre ficción e historia como análisis de un tiempo concreto, en este caso, el siglo XIX.
Son estas características y la construcción de tramas paralelas a la principal las que aportan esa visión coral a la obra con gran cantidad de personajes que, como si se tratara de un invisible laberinto, conviven, pelean, dialogan y se reencuentran continuamente. Ese regusto al Opus Nigrum, de Yourcenar, parece avivar esa percepción mística de la magia, rescatando del anonimato y de la inmundicia a un muchacho que se verá envuelto en una serie de aventuras; un rito iniciático con el que ha de explorar los misterios se alojan más allá de lo corriente y lo previsible.
"Los días siguieron consumiéndose sin que la oscuridad acudiera con demanda alguna, de tal forma que no tardaron en recuperar la esperanza. De vez en cuando, el dragón asomaba la cabeza, o se alzaba sobre las olas para volver a zambullirse junto a ellos. En un par o tres de ocasiones llegó incluso a desplegar sus alas y saltó mostrándose extrañamente contento. Incapaz de apartar la vista de aquel espectáculo asombroso, Aurelius se preguntó cómo habría logrado ocultarlo maese Caliban. La palabra enorme se quedaba pequeña para describir la colosal majestad de aquel ser". (pág. 271)

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